El Ejército de Tierra exhibe las joyas de la lucha contra las guerras bacteriológicas

Se trata de dos detectores, uno de gas y otro de partículas en el aire y de un espectacular uniforme que «ofrece una completa protección contra todo tipo de agentes»

De toda tragedia hay que buscar algo positivo y la guerra de Ucrania que cumple ahora un año nos ha enseñado muchas cosas. La principal es que el conflicto bélico puede estallar en cualquier momento y en cualquier lugar. Nunca una guerra es algo que quede lejos. Y otra enseñanza, o quizá complementaria de aquella, es que siempre hay que estar preparado ante lo que pueda venir.

Aunque en estos momentos se habla más de la guerra atómica que de cualquier otro tipo, no hay que descartar la posibilidad de una guerra química o bacteriológica. Por eso, el Ejército de Tierra ha ido adquiriendo a lo largo de estos últimos meses alguno de los equipos más avanzados en detección y protección ante los ataques bioquímicos, lo que se llama la Defensa NBQ (acrónimo de Nuclear, Biológica y Química).

Detector Falcon 4G

El detector Falcon se puede emplear tanto fijo como en movimiento

El sensor Falcon 4G detecta pequeñas concentraciones a distancia y, además, visualiza en 3D nubes químicas sin necesidad de utilizar varios equipos para triangulación. Se puede utilizar tanto de forma fija con un trípode como móvil, por ejemplo, en el techo de un coche.

Su tecnología se basa en el doble láser y permite detectar, identificar y cuantificar la presencia en el aire de agentes químicos de guerra, usando la absorción de radiación láser causada por las moléculas de los agentes químicos o biológicos y evaluando también el tamaño de las partículas.